What the Environmental Crisis Teaches Us About Ourselves

Editorial published by C.B. Anderson in the Argentine newspaper Infobae:

https://www.infobae.com/opinion/2019/06/21/lo-que-la-crisis-ambiental-nos-ensena-sobre-nosotros/

Lo que la crisis ambiental nos enseña sobre nosotros

El reconocimiento de la “crisis ambiental” ha logrado insertar problemáticas como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad en la agenda política. En consonancia, a fin de este año, los 196 estados miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se sesionarán en Chile para la 25° reunión de esta iniciativa, avanzando en acuerdos para mitigar el calentamiento global y adaptarnos a sus consecuencias. También, hace un mes, los 132 países que conforman la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES por sus siglas en inglés) emitieron un fuerte llamado de atención, indicando que si no actuamos, perderemos hasta un millón de especies del planeta y que el cambio climático será un factor de riesgo cada vez mayor.

Podríamos decir que existe consenso de que tenemos que actuar ante esta “crisis”, sin embargo, muchas decisiones, tanto públicas como privadas, no acompañan esta necesidad. Tales contradicciones nos invitan a re-pensar lo que la crisis ambiental nos enseña – del ambiente y de nosotros mismos.

Para tomar mejores decisiones ante esta “crisis”, nos conviene abrirnos al aprendizaje. Nuestro continente nos brinda un abanico de posibilidades; es aquí donde tenemos la diversidad ecológica y cultural más alta del planeta. Tenemos el 7 de los 17 países más biodiversos del mundo y 15% de sus idiomas. Además, con tan solo 13% de la población humana mundial, disponemos de 40% de su “biocapacidad” (o sea, la capacidad del ambiente de proveernos recursos y procesar desechos). Es así que cada habitante americano goza de 3 veces más biocapacidad que el promedio mundial.

Si le pusiéramos un valor monetario a esta riqueza biocultural, llegaría a los $24 trillones de dólares por año, es decir lo mismo que el Producto Bruto Interno de todos los países americanos. En la Argentina, esta contribución es aún mayor, donde el aporte monetario anual que hace nuestro ambiente equivale más de $30.000 dólares por persona, o más que un sueldo promedio. Por lo tanto, la justicia social no se logra solamente pagando el aguinaldo, sino también con políticas públicas que aseguran que la naturaleza sigua brindando sus beneficios para todas y todos.

La crisis ambiental nos enseña que el mundo está interconectado, incluso la Patagonia austral, a pesar de su lejanía, no está exenta al retroceso de sus glaciares, la escasez de agua, entre otros impactos que amenazan su biodiversidad y ecosistemas. Pero además ante la crisis aprendemos que el ser humano tiene diversas relaciones con el ambiente y lograr el bienestar socio-ambiental requiere incorporar estas lecciones para superar el preconcepto que estamos en conflicto con la naturaleza.

Desde Tierra del Fuego, miro al resto del mundo y reconozco nuestra posición privilegiada; en vez de ser el “fin del mundo”, en muchos sentidos somos el “norte” a seguir. Tenemos los índices de desarrollo humano más altos del país, pero también gozamos de uno de los ambientes más prístinos del mundo. Esta relación entre el bienestar social y ambiental no es casual, pero para mantenerla es necesario promover la integración de lo humano y lo natural en todas las decisiones que tomamos.

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Dr. Christopher B. Anderson